jueves, 5 de abril de 2007

El agua de la ducha

Son las 8:30 de la tarde y ya es primavera, pero extrañamente hace frío. El agua de la ducha corre y él empieza a divagar. Le pasa mucho, un pensamiento que encadena a otro, como un torrente, a veces se ríe cuando ve la relación imposible entre lo que empezó a pensar y lo último que le ha pasado por la cabeza. Se apresura, va a ser difícil llegar a la hora, pero lo prefiere a tener que esperar él solo.
Hace 15 días visitó una fábrica y empezó una historia con una chica, que es algo parecido a ir de viaje, aunque realmente irse lejos con ella es la única forma de saber si están verdaderamente unidos. Nunca lo sabrá, porque la relación viene con un limite de duración, podría llamárselo fecha de caducidad, pero en realidad la caducidad podría llegar en cualquier momento.
B&l entra al bar donde han quedado, allí está con unas amigas que lo reconocen antes que ella, pues está concentrada siguiendo los pases de baile que un latino le marca profesionalmente al ritmo de la música. Ha llegado bastante tarde, pero por suerte nadie le reclama una justificación por su retraso. En realidad, hablan con él condicionadas porque ya saben lo que pasó por boca de su amiga, pero tampoco parece que estén disimulando, todos ríen y ella le da un casto beso en la mejilla.
Horas más tarde el beso no sería tan casto en el portal de su casa, pero el tiempo sigue corriendo, el billete para volver a su país ya está comprado, y los segundos se escapan como el agua de la ducha mientras B&l se pregunta si merecerá la pena la nueva cicatriz que ya tiene prematuramente su espacio reservado.